PEQUEÑECES Y GESTOS #VaportiNacho

Pequeñez es la cualidad de lo pequeño, o cosa de poca importancia; infancia, corta edad, cosa de poco momento, de leve importancia y en su cuarta acepción , y casi siempre en plural: bajeza de ánimo, mezquindad, ruindad. (RAE)

 «Pequeñeces» (1891) es el título de una novela, una sátira social, del Jesuita Luis Coloma. http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Coloma . Se considera su obra maestra, y junto con otras muchas obras, algunas del mismo autor, formaba parte de la biblioteca de mis abuelos y después de mis padres. Novelas que mi madre releía con fricción y comentaba, con sus amigas, cuando pensaba que los pequeños no nos enterábamos.

Su protagonista Currita Albornoz, pasó a ser un personaje familiar y la frase “ Parece Currita Albornoz…”, se repetía una y otra vez, sin que los pequeños supiéramos ni quién era , ni a quién se referían…, pero nos sonaba conocida y cercana… Fue muchos años después, estudiando Literatura, cuando descubrí la “metonimia” familiar.

Pero no son de estas “pequeñeces” sobre las que hoy me gustaría escribir, sino de esas pequeñas cosas que van construyendo nuestra vida y de esos detalles que la hacen diferente,  del descubrimiento de un mundo enorme a través de lo pequeño. De la risa, de la tristeza, de los miedos, de los sentimientos… de la esperanza en el futuro, en estos tiempos tan desesperanzados.

Oyendo la radio, viendo la televisión , leyendo los periódicos nos damos cuenta de que vivimos ahogados por las malas noticias. Los Medios de Comunicación descargan sobre nosotros una avalancha de noticias de guerras, pobreza, exclusión ,violencia, escándalos grandes y pequeños, de primas, de Ibex, de mercados, de falacias que sin quererlo se meten en nuestra mochila y su peso nos hunde a veces en la más profunda desesperanza. ¿Y de qué somos culpables?

En estos momentos de crisis económica, política, de modelo de Estado, de modelo de sociedad y fundamentalmente, para mi, de crisis de virtudes (entendiendo la virtud como el hábito del valor repetido) adquiridas con nuestro esfuerzo, mediante la repetición de acciones buenas, positivas, rectas, honestas; en estos tiempos  en los que  estamos acostumbrados a valorar casi exclusivamente la eficacia del trabajo y el rendimiento de las personas, hemos olvidado que el  crecimiento personal está lleno de pequeñas cosas, de detalles que muchas veces son los que le dan el verdadero sentido a nuestra vida, cuando pensamos en el futuro, en las nuevas generaciones , más allá del éxito personal o el titular inmediato.

Actualmente hay pocas personas que saben cómo actuar en una situación nueva e inédita, en medio de una sociedad cada vez más indiferente a casi todos y a casi todo. Nadie tiene la receta. Nadie sabe exactamente lo que hay que hacer. Lo que necesitamos es buscar caminos nuevos con humildad y confianza.

Tarde o temprano, las personas sentimos la necesidad de volver a lo esencial. Descubrimos que sólo la fuerza del ser humano que trasciende puede regenerar la confianza en nuestra sociedad.  Hay que sembrar pequeñas semillas para que sean capaces de crecer de manera insospechada y produzcan ese cambio hacia lo esencial de que nuestra sociedad carece, y de la que todos somos responsables por acción u omisión.

Hace un año, la casualidad puso en mi vida un lugar para pobres y excluidos: El Gallinero, al lado de la Cañada Real Galiana; según algún periódico http://www.abc.es/20091122/madrid-madrid/sector-marginal-canada-real-20091122.html “Pozo de miseria y desolación”…» El paisaje de miseria, desolación y sordidez…. Es la seña de identidad de El Gallinero, el núcleo chabolista más paupérrimo de la región, junto a la Cañada Real. El entorno se asemeja a un vertedero humano, habitado, además de por decenas de ratas, por el centenar de familias de gitanos rumanos que aglutinan a unas 400 ó 500 personas de las que la mitad son menores, unas cifras que varían por el carácter nómada de esta población. La amalgama de chabolas destartaladas, recubiertas ahora por enormes lonas publicitarias, están rodeadas de porquería a raudales y niños a medio vestir correteando por allí…»

Pero El Gallinero es mucho más, es un lugar para la esperanza,  porque en  el mundo de los niños las cosas son más sencillas y las cosas pequeñas tienen un mayor valor. Para mi se trata de un privilegio, el de intentar ver el mundo con ojos de niño y practicar la conciencia plena en cada cosa que  se hace, centrándonos en el momento presente y disfrutándolo, porque no se sabe si tendrán futuro y si lo tienen cuál será y dónde estará, y  haciéndolo con sencillez,  que no supone simpleza, sino todo lo contrario.

 Como comparto con vosotros aquello que merece la pena , al menos a mi me la merece, os dejo este video en el que Abel, uno de tantos niños, nos cuenta su vida en El Gallinero, ese sitio tan terrible y especial a la vez…

 http://elmundodemanhana.wordpress.com/2012/06/05/luces-de-el-gallinero-un-poblado-chabolista-a-12-km-de-la-puerta-del-sol/

 Merece la pena verlo. Porque a  12 km de la Puerta del Sol existe una realidad que no nos gusta conocer.

 Quizás lo que  necesitamos como sociedad es aprender de nuevo a valorar las cosas pequeñas y los pequeños gestos; a no sentirnos llamados a ser héroes ni mártires cada día. El momento actual nos invita a vivir poniendo un poco de dignidad en cada rincón de nuestro pequeño mundo, un gesto amistoso al que vive desconcertado, una sonrisa acogedora a quien está solo, una señal de cercanía a quien comienza a desesperar, una pequeña alegría en un corazón agobiado, un poco de normalidad a unas vidas injustamente excluidas…  No son cosas grandes: son detalles, gestos, semillas que todos podemos sembrar en una sociedad complicada y triste, que ha olvidado el encanto de las cosas pequeñas.

 Ayer se despedía «The Boss» de España en el Santiago Bernabeu, en Madrid, y un chico de 20 años, Nacho Hurtado, murió de un tumor cerebral antes de poder venir a verlo. Sus amigos crearon una plataforma #VaportiNacho y ayer, en un emotivo detalle y con un » Va por ti, Nacho, estás en nuestras plegarias», Bruce le rindió un homenaje, tuvo un gesto,  un sencillo gesto de los que hablábamos, esos pequeños gestos que hacen a las personas, grandes, y a los grandes, inmensos.

http://youtu.be/H9ClSuGOgiw

También por Nacho, que no pudo escuchar esta mítica canción#VaportiNacho…

 

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4 respuestas a PEQUEÑECES Y GESTOS #VaportiNacho

  1. Hola ASÍ ES:
    Cómo me gusta que retornes a tu habilidades literarias. Me congratulo al ver que el TWITTER no te ha absorbido lo suficiente como para abandonar tu prosa. Ese TWITTER que es su loca vorágine lo arrasa todo en breves segundos, sin dejar huella, ni rastro, no reflexión… Pero que es un fenómeno social de enorme fuerza incontrolada que igual puede mover montañas que destruir lo que enfrenta en su camino. A veces pienso que al nominarlo hubo un error de transcripción en la primera “T” . Lo que debía haber sido registrado no era TWITTER sino TWISTER.
    En fin, que me gustas mucho en Twitter, pero también en “ASÍ ES (si así os parece)”. No lo abandones, please.

  2. Gracias, Rafa. Siempre estás y es un regalo encontrarte.
    Conoces muy bien mis limitaciones y mi falta de tiempo, porque mi elección es clara, las pequeñeces que la vida va poniendo en mi camino, y con las que me siento más yo, son las que me preocupan y me ocupan todo y más; y mientras pueda, y el cuerpo aguante, seguiré y seguiré intentando buscar caminos nuevos y descubriendo un mundo enorme a través de las cosas pequeñas.

    * Lo bueno de este blog es que siempre es momento para corregir las erratas que fatídicamente salen siempre y contra mi voluntad… En «Twister» le das al pulgar y queda para la eternidad.
    Un fuerte abrazo.

  3. Me encanta cuando te extiendes más allá de 140 caracteres (que también)

    • Gracias, José Luis.
      Es verdad que, aún siendo hija de telegrafista, lo de los 140 caracteres se me queda corto muchas veces; pero he descubierto que es un buen ejercicio de síntesis y me gusta la inmediatez de poder comentar asuntos que me interesan sin necesitad del tiempo de elaboración que precisa una entrada, cuando no se es una máquina como nuestro amigo Alex. Un abrazo